Con la llegada de estas fechas calurosas, se manifiesta el siguiente pensamiento único: necesito hacer dieta y perder peso que cogí en Navidad. Así que, con el regusto de nuestro capricho favorito aún en nuestro paladar, nos lanzamos al mundo de las alcachofas y la piña en nuestro afán depurativo y necesidad de resultados visibles en poco tiempo.
Embriagadas por nuestro “subidón” saludable, se nos olvida pensar en cuánto tiempo necesitaremos mantener ese ritmo de alimentación, o qué posibilidades reales tenemos de llevarlo a cabo. Es decir, nuestra intención positiva puede acabar por transformarse en una situación descontrolada y frustrante.
Antes de que culmine ese proceso, necesitamos reconducir la situación para hacer de nuestro plan de “desintoxicación” un éxito rotundo:
Motivación. Nuestra pérdida de peso puede verse afectada por los altibajos de nuestra montaña rusa emocional. Encuentra tu motivación y úsala como punto de apoyo en momentos de debilidad. Recuerda por qué te estás esforzando y cómo te sentirás cuando lo consigas.
Realismo y temporalización. Ser realista en el planteamiento de nuestros objetivos es fundamental para aumentar nuestra sensación de logro. Es positivo, además, que fragmentemos el objetivo global en pequeñas metas alcanzables a corto plazo, para alimentar nuestra motivación. Esto es aplicable tanto al número de kilos que queremos perder como a objetivos más cualitativos como, por ejemplo, deshabituarse del dulce, hacer recetas saludables de legumbres, etc. Además, es importante tener en cuenta nuestras posibilidades de tiempo/gusto para cocinar y nuestra agenda social.
Reinventa tu gastronomía. Uno de los motivos más habituales de abandono de la dieta es que no nos terminan de gustar los platos y añoramos nuestra comida tradicional. Sin embargo cada vez hay más recetas de platos saludables que son, a la vez, atractivos y suculentos ¡Comer acelgas cocidas ya pasó a la historia! Ahora puedes hacer brochetas de rape y verduras con un toque cítrico o una deliciosa hamburguesa de garbanzos y brócoli.
No pierdas el norte: tu bienestar, ante todo. Si tu dieta te está amargando la existencia, es que no está bien planteada. La alimentación debe cubrir todas nuestras necesidades nutritivas, pero sobre todo, debe favorecer nuestro bienestar en todos los sentidos: físico y mental. Replantéate un estilo de alimentación que puedas mantener en el tiempo, que suponga un cambio y una mejora con respecto a cómo te alimentabas antes, pero que no te resulte tan asfixiante.
Por esto, hacer la transición entre tu situación actual a un estilo de alimentación saludable sin perder motivación, poniendo objetivos realistas, sin ansiedad y sin errar en las elecciones alimentarias que haces a la hora de comer puede resultar una tarea ardua, especialmente cuando además tienes que lidiar con trabajo, estrés, obligaciones familiares, etc.
Si acudes a un nutricionista que te ayude a plantear tu alimentación teniendo en cuenta todas tus necesidades probablemente te resulte mucho más sencillo todo el proceso. Con el nutricionista, te ahorras tener que decidir qué comer, las dudas de si es lo correcto o no, trabajas sobre objetivos realistas, y tu motivación se mantiene gracias a las revisiones periódicas y la medición de los resultados. Así que te recomendamos que des el paso de cuidar tu alimentación de la mano de un nutricionista profesional que te guiará en el proceso usando todo su criterio profesional.