El verano es sinónimo de diversión, descanso y también puede serlo de salud. Unas vacaciones en la playa pueden convertirse en el escenario perfecto para disfrutar con la familia o amigos pero también para cuidarse y mantenerse en forma.

Y es que nadar en el mar reporta numerosos beneficios. Por un lado, esta modalidad de ejercicio físico es muy completa y apta para casi todas las personas, siempre que se realice de forma correcta. Se recomienda incluso a quienes sufren dolores o deformaciones de espalda o de articulaciones. La natación mejora también la coordinación, el equilibrio y la postura y fortalece el corazónestimulando el flujo.

Además, unos largos en agua salada cuentan con unas ventajas extras que radican en las propiedades de este medio. El agua marina contiene minerales como el yodo, el sodio, el potasio o el zinc entre otros, muy beneficiosos para nuestro cuerpo.

Estos minerales tienen efectos antialérgicos en nuestra piel y aparato respiratorio; sus propiedades antibióticas funcionan muy bien en los procesos de cicatrización y aplacan en gran medida enfermedades de la piel como el acné.

El sodio del agua salada contribuye al buen funcionamiento del sistema inmunológico, y el calcio que contiene ayuda a mantener la fortaleza de los huesos.

El agua salada también es buena para el sistema nervioso porque contiene magnesio y calma la ansiedad, y la presencia de yodo ayuda en la recuperación de los músculos en determinadas lesiones.

Nadar en mar abierto no es lo mismo que hacerlo en una piscina. La sensación de libertad es mayor. No obstante, hay que guardarle un respeto que nos permita disfrutar de él con precaución. Para el que es novato e inexperto es recomendable nadar cerca de la orilla.

Es el momento de darnos un buen chapuzón y hacer unos largos llenos de sal.